martes, 29 de diciembre de 2015

Que Brille tu Luz


La fe y la esperanza son nuestra luz interior. y debemos decidir mantenerla encendida.

Acabo de regresar de un viaje y mientras duró el viaje, le di gracias a Dios por las nuevas experiencias, la gente que conocí, en fin mi corazón estaba lleno de gratitud.

Pero apenas llegamos, nos enteramos de algunos problemas en el trabajo de mi esposo que nos afectan económicamente, y entonces pasé de la gratitud al miedo.
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Yo tengo un temperamento temeroso, tú podrías ser irasible, descontrolado, tener alguna adicción, no lo sé. Lo que sí sé es que cuando somos atacados por nuestro miedo, rabia, descontrol, adicción; el razonamiento nos puede ser de gran utilidad para ayudarnos a notar que la mayor cantidad de las veces nuestros pensamientos nos distorsionan la realidad, haciéndola más difícil de lo que en verdad es.

Sin embargo cuando nuestros pensamientos están bien fundados y el mero razonamiento nos deja sin armas, pues nuestras circunstancias parecen habernos atrapado, surgen la fe y la esperanza como una flama que no se extingue y que nos dan la fuerza para continuar.

Yo he puesto mi fe en muchas cosas a lo largo de mi vida como en: mi carrera, mis conocimientos, el dinero, en la gente que quiero e incluso en mi misma pero nada de esto ha sido lo suficientemente fuerte como para mantener mi esperanza y mi fuerza.

Así que hoy he decidido nuevamente poner mi fe y esperanza en Dios que a diferencia de todo lo anterior El es el mismo ayer, hoy y siempre. El dinero viene y va, lo que se puede quedar obsoleto, los gente se pueden ir, pero Dios siempre ha estado y estará a mi lado.

Esto me ha ayudado a comprender que minuto a minuto debemos decidir entre dejar extinguir nuestra luz o decidir creer y  avivar nuestra luz interior.

Basado en “Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.” 2a Corintios 10:5

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